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El pasado 3 de septiembre falleció en Málaga, a la edad de 84 años, el director José Ramón Larraz, autor de unos cuantas películas de terror interesante, primero en el Reino Unido y luego en España. Las más jugosas de ellas sin duda pertenecen a la primera etapa, la inglesa, de la que forman parte títulos tan recuperables como Whirlpool (1970), Deviation (1971), Symptoms (1974) o la más conocida de todas, el clásico sexy de culto Vampyres (Las hijas de Drácula) (1974). En bastantes de ellas, como por ejemplo esta última, se caracterizó por su estilo altamente erótico. Ya en España, destacan otros títulos como Emma, puertas oscuras (1974), Estigma (1980) o Los ritos sexuales del diablo (1982), para terminar en una época en la que sólo él y Juan Pique Simón hacían terror en España, con Al filo del hacha(1988) y Descanse en piezas (1987), aunque ambas eran muy flojas.

Empezó su carrera en los 60 como dibujante de cómics para a continuación convertirse en fotógrafo profesional, y finalmente llegar a la dirección cinematográfica. De su formación en Bellas Artes e Historia del Arte, y de ese itinerario profesional, le viene una manera de planificar sus películas de manera muy estética, a pesar de las limitaciones presupuestarias en las que siempre se movió. Otras constantes de los enfoques de sus películas son el realismo (dentro de la premisa de la historia; por ejemplo en Las hijas de Dracula necesitamos partir de la existencia de los vampiros, pero sobre eso todo lo demás es bastante reconocible y natural) y la unión de Sexo y Muerte, Eros y Tánatos, como dos polos ligados entre sí, dependientes y a la vez contrarios. En sus películas el asesinato suele tener detrás el sadismo, y el sadismo suele tener implicaciones, motivaciones o reflejos sexuales.

Su película más emblemática, como ya hemos dicho es Vampyres (Las hijas de Drácula), visión lúbrica y salvaje del vampirismo muy alejada de las modas impuestas en la época por las películas de la Hammer y el Drácula de Christopher Lee. En ella dos mujeres vampiro (las físicamente impresionantes Marianne Morris y Anulka Dziubinska), sin colmillos, se dedican a secuestrar hombres para ir saciando su sed de sangre poco a poco, noche tras noche. Su sed de sangre, y de paso de otras cosas más orgiásticas. También se valen de sus físicos para atraer a sus víctimas. Dado el contenido de la película, siempre mostrado desde la elegancia y el buen gusto, pero completamente carnal, circulan múltiples copias con diferentes montajes y duraciones, según lo que cada censura nacional o cada editor prefería cortar: escénas lésbicas, desnudos frontales, gore, etc.

Otra película que es imprescindible destacar es Symptoms (Síntomas), que llegó a proyectarse en el Festival de Cannes de su año, un intenso thriller de terror psicológico sobre la paranoia, la alienación, la soledad y el delirio. Una mujer, interpretada por Angela Pleasence (hija de Donald), es invitada por una amiga (amante) a pasar un tiempo en su tranquila mansión, y una vez allí a comienza a sospechar que las cosas no van bien y que la rodean siniestros secretos… Mención al papelón de Peter Vaughan, y a las influencias generales de la obra, que van desde Psicosis a Repulsión.

De vuelta a España trabajó mucho con el productor José Frade, del cual siempre habló muy bien (ya sabemos que no todo el mundo comparte ese criterio). Con él hizo entre otras cosas parodias de terror, como La momia nacional (1981) o Polvos mágicos (1983), y comedias oportunistas de la época en general, como Juana la loca, de vez en cuando. Incluso sus últimas películas, que sí son de terror, como Descanse en piezas y Al filo del hacha, fueron encargos y él mismo siempre reconoció que tenían muy malos guiones.

Pero en los 70, y sobre todo desde Reino Unido, José Ramón Larraz nos dejó un pequeño pero estupendo legado de terror y sexo.

 

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